Luna menguante   5 comments

Todos tenemos alguna vez momentos de duda, de bajón. Esos días en los que todo se tuerce, los sueños se rompen, ves sufrir a la gente que te importa y nada de lo que hagas parece servir para remediarlo; tal vez porque también te invade la desesperanza…

Es posible que sólo sea casualidad, o que únicamente lo relacione cuando conviene a mi pequeña superstición. El caso, es que no es ni mucho menos la primera vez que esos días que preferiría pasaran volando coinciden con la Luna menguante. Aunque bien es verdad que ha habido días estupendos mientras la Luna menguaba. Sumándole que los domingos son propensos a la melancolía, que no sopla viento que refresque nuestras mentes, que la soledad nos invade por muy acompañados que estemos… Ayer pudo ser un día especialmente propenso al desánimo.

¿Cuántas veces nos sentimos solos estando rodeados de gente? Y no me refiero a desconocidos, como cuando viajas en un vagón de metro a las ocho de la mañana, sino a darte cuenta de que conoces a un montón, tal vez decenas de personas que de algún modo están ahí. Puedes coger el teléfono, abrir una conversación, o quedar, encontrarte con alguno de ellos y cruzar unas palabras. O incluso en ocasiones te encuentras en compañía de gente que te quiere y en la que puedes confiar y supones que deberías estar feliz. Sin embargo te sientes inmensamente solo, echando de menos precisamente aquello que te falta, aunque todo lo demás sea perfecto; y tal vez por eso, extrañando más intensamente justo aquello que se te niega.

Puede ser que falte una persona o una sensación, una actitud, o también no saber exactamente qué es lo que te falta o necesitas. A veces rodearnos de gente, o que de golpe todos se preocupen por nosotros no sirve más que para empeorar nuestro ánimo. Nos confirma que algo no va bien, que estamos mal, en el fondo sabemos porqué, pero no siempre es fácil verlo.

Al igual que pesa más la falta de un familiar fallecido cuando llegan las fechas en las que se reúne toda la familia; o cuando vas guardar ese nuevo par de pendientes que te han regalado junto a los demás, recuerdas aquellos tan especiales que perdiste. Al igual que cuando llega tu cumpleaños y no paras de recibir felicitaciones, siempre parece faltar alguna muy importante.

Los sentimientos también tiene su teoría de la relatividad, dependen mucho del contraste. Hasta el más suave gris es capaz de llamar la atención y ensuciar un blanco inmaculado. Y el mismo blanco inmaculado puede parecer amarillento después comparado con otro… Siempre puede ser mejor, y también peor. ¿Momentos perfectos? ¿Qué tiene de perfecto un momento a partir del cual todo ha de empeorar de alguna manera? Deberíamos alegrarnos de no conocer la perfección porque entonces habríamos perdido nuestros sueños e ilusiones. Porque esa perfección se perdería en el pasado, no podríamos evitar comparar con ella lo que viniera en adelante y nunca podríamos volver a sentirnos como entonces. Y ¿qué tendría eso de perfecto?

La perfección no existe, es solamente una idea, una meta que hemos de saber que es imposible de alcanzar, pero que deberíamos siempre perseguir. Como aquél arquero indio del cuento que, desde pequeño, intentaba cada noche alcanzar la luna con sus flechas… Por supuesto nunca lo logró, pero no encontró rival capaz de superar sus lanzamientos.

También hay momentos en los que nos parece que nada tiene sentido, que nos encontramos solos, maltratados por la vida, despreciados, sintiendo que no le importamos a nadie, todo nos ha salido mal, las palabras de ánimo son inútiles y por más que levantamos la vista sólo vemos oscuridad. Nos apetece morir, ya no tenemos fuerza ni para llorar, ardemos por dentro y creemos que nuestra cabeza va a estallar. Hemos perdido lo que pensábamos que era todo en nuestra vida, y cuando a uno le quitan todo, ya no le queda nada… Es muy duro pasar por eso pero, por lo mismo que he dicho antes, también es una suerte haber superado momentos así. Si hemos logrado sonreír y recuperar la ilusión cuando todo parecía perdido, habremos aprendido que hay salida hasta en los peores momentos, y si realmente han sido malos, tal vez tengamos la suerte de no pasar por situaciones aún más difíciles y que muchos malos momentos apenas sean un bache comparados con lo que entonces sufrimos.

Lo peor de esos baches es, quizás, que nos traen a la memoria aquellos peores momentos, aquellos cuyas heridas tardan años en cicatrizar o nunca terminan de hacerlo. Debemos intentar usarlos en nuestro propio beneficio, aprender de esos malos momentos. Recordarnos que a pesar de todo pasaron y compararlos con los baches que nos vayan surgiendo o, si por desgracia tenemos que afrontar un obstáculo mayor que los anteriores, saber ver que muchos otros fueron los más grandes en su momento e igualmente los superamos.

Somos más fuertes de lo que pensamos, se acaba saliendo adelante. Lo importante es intentar salir fortalecido. Pero no confundamos fortalecido con frío o desconfiado. Es normal que, a la gente que se ha sentido traicionada alguna vez, le sea más difícil confiar. Pero también es duro hacer algo con toda nuestra buena intención y darnos de bruces con muro de hielo. Es cierto que todos tenemos un lado egoísta; pero también, sino todos, la mayoría albergamos sentimientos incondicionales y deseamos el bien para la gente que apreciamos sin esperar nada a cambio, puesto que ya nos llena suficiente verles felices y compartir una sonrisa con ellos.

*******

Creo que me he enrollado ya suficiente por hoy. En parte he escrito para hacer que la noche pasara algo más rápido. Espero que leerlo os sirva también a vosotros, sobre todo a ti Carlota, pues principalmente lo he escrito por ti. Te quiero.

Sheuron.

Publicado 19 junio, 2006 por sheutoni en Reflexiones

5 Respuestas a “Luna menguante

Suscríbete a los comentarios mediante RSS.

  1. No sé como se encontrará nuestra Carlota, pero, sí has descrito mi situación. Llevo unas semanas demasiado hundida en el fango, ya me llega al cuello, y aún, no sé cómo, sigo aferrada a una rama del árbol de la esperanza queriendo salir de aquí, y poder volver a ver el mundo con otros ojos y distintos colores. Es muy duro afrontar la vida, cuando todo parece que va de culo, cuando todo se te hundo, y cuando tú muy bien has dicho, has perdido todo. Pero si lo piensas, no perdemos todo, perdemos cosas o personas externas, nos tenemos a nosotros mismos, y eso muy importante, por ello, por nosotros, debemos de seguir adelante y  mirar al frente, saber que por momentos así, hemos pasado, saber y reconocer que fuimos capaces de afrontarlos, que otras veces hemos podido cicatrizar o al menos intentar cicatrizar nuestras heridas, que somos fuertes, que lucharemos por seguir adelante, que debemos de mirar al frente, porque la vida, aunque no nos lo creamos, tiene muchísimas cosas bellas que mostrarnos y darnos. Aunque nos falte un algo o alguien, dicen, que todo llega en su momento verdad?
     
    Infinitos besos!!
     
    PD: quizás tengas razón y sea la luna menguante quien me esté volviendo loca noche trás noche.
    PDD: quizás sea hora de aplicarme mis propios consejos, y dejar de llorar y mirar al pasado.. quizás, tan sólo quizás, sea momento de volver a "buscar" mi felicidad.

  2.  Pendientes perdidos… ya no voy a poder encontrarlos, me parece. Encuentro pocas cosas que me ayuden en este texto, sólo algunas frases concretas… lo siento. Estoy intentando volver atrás, lo estoy intentando todo para volver a ser como antes, porque me he transformado en una persona que nunca quise llegar a ser. No sé cómo pedir ayuda y tampoco puedo hablar de mis sentimientos, porque las palabras siempre se marchan…

  3. Uf, menos mal que has escrito esto porque… a mí no se me da muy bien escribir y esto que has escrito x Carlo… no podrías haberlo hecho mejor, porque yo me pasé en aquel e-mail… En fin, espero que le sirva de algo… aunque como bien dices tú, en estos momentos nada te anima.Me ha gustado mucho la entrada, no sé como lo haces pero siempre escribes genial =D Espero hacerlo yo algún día =PTe Quiero!

Replica a Begoña Cancelar la respuesta