Sol y Mar

Aquella tarde la playa estaba tranquila. Después de mucho tiempo podía disfrutar de su momento, a solas con él mismo mirando aquellas siluetas que se recortaban sobre el horizonte y sintiendo la arena húmeda bajo los pies. Solía disfrutar así, pero en su paseo le sorprendió un profundo sentimiento de soledad.

Había logrado dejar atrás todos aquellos nombres por los que alguna vez sufrió y, aunque todavía escaparan de su boca incoscientemente, ya no podían atormentarle. Hacía tiempo que creía haber aprendido a no necesitar de nadie, a no llorar por quién no lo merecía ni dejar que le manipularan o se aprovecharan de su ingenuidad. El murmullo de las olas y la caricia del Sol acompañaban sus pensamientos mientras caminaba. No volvería a sentirse traicionado, ni a dar ni una sola razón para el reproche; aunque fuera difícil seguiría intentando no esperar nada a cambio, pues debía ofrecer lo que buscaba…

No sería fácil encontrar a alguien que hiciera lo mismo, fuera sincero, confiara en él desde el primer momento y le quisiera libre como necesitaba sentirse. Se detuvo y agachándose, comenzó a dibujar con el dedo mientras pensaba si podría existir alguien así, que le quisiera sin preguntas aunque se muriese por saber, que sonriera día a día aunque se quemara por dentro, que desencadenase y mereciese el amor que guardaba desde hacía tanto. ¿Lo encontraría? Se incorporó para sentir mejor el frescor de la brisa que acababa de levantarse. El pinchazo de la soledad casi había desaparecido.

Bajó la vista y allí estaba su nombre, escrito en la arena…

Justo despúes el Mar se lo llevó, guardándolo para siempre antes de que nadie pudiese borrarlo.

 Sheuron.

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